Sábado, 14 de marzo de 2015 – Ayer,
viernes 13 –fecha fatídica para algunos supersticiosos, como lo es la del martes
13-, tuvo lugar en Madrid, en la librería Burma, a las 19,30 horas de la tarde,
la presentación de la nueva novela de Salvador
Robles Miras titulada: “La exclusiva
del asesino”. ¡Y no sucedió nada fuera de lo común!, salvo que, a mi modo
de ver, fue un encuentro de lo más agradable, distendido y, parafraseando al
autor, “TRIUNFO ARROLLADOR” […] en Madrid (memorable éxito cuantitativo y
cualitativo)…”. Doy fe de ello porque tuve el placer de encontrarme entre los
asistentes.
El amplio espacio de la librería,
supongo que dedicado a eventos, se llenó por completo. Permitidme un término
taurino: hasta la bandera.
La presentación, primero a cargo
del editor, Miguel Ángel de Rus, en
ese instante más que editor, maestro de ceremonias, dio paso a la persona que,
en realidad, llevó a cabo la “carga” de dicha presentación: Elena Nebreda, psicóloga y directora
del Centro de Menores de Madrid.
Elena nos leyó las sensaciones que
la obra de Salvador le produjo. Utilizó una prosa bien cuidada, una dicción impecable,
con un sentimiento que, al autor –y me temo que también a quienes la
escuchábamos con deleite-, le dejó sin poder hablar durante unos segundos
cuando tuvo que tomar él la palabra. Elena, en ese “prólogo” oral, ahondó en
los personajes, en su acertada descripción, en sus motivaciones, en su fuero
interno… Perfiló de tal modo la novela y todo lo referente a ella que, en ese
estudio tan pormenorizado, dejó al “desnudo” al literato, le tiró un guante que
Salvador recogió con valentía después de darle un par de besos y las gracias
más emotivas; creedme, sin voz, y al borde del llanto. Me atrevo a añadir que
con el corazón bombeando a un ritmo mayor de lo habitual.
Cuando Salvador, ya repuesto,
tomó la palabra nos habló, en primer lugar de él, de sus orígenes humildes, de
su amor por la lectura, de sus primeros años que, ¡me recordaron tanto a los
míos!
Luego, pasó a hablar de la
novela, de su obra, de ese nuevo hijo recién nacido –porque cada libro es un
hijo más, esta reflexión es mía, pero creo que Salvador lo siente igual-. Un
hijo por el que se le vio satisfecho, orgulloso, feliz.
No sólo habló de la novela, sino
de literatura, de Literatura con mayúsculas, de la lectura, nos exhortó a ello,
a que hay que leer… También habló sobre la escritura. Su pasión por este arte
le lleva a levantarse cada día entre las cinco menos diez y las cinco y diez de
la mañana; también nos contó que siempre lleva a mano un bolígrafo y un
cuadernillo para recoger notas y, si lo olvidó, busca una papelería o cualquier
establecimiento en el que lo pueda comprar –otra cosa que tenemos en común-,
finalizó con una frase en la que dijo, poco más o menos “que si no escribimos
todos los días, que si nos olvidamos por un tiempo –aunque sea breve- de la
escritura, ella acabará por olvidarse de nosotros”. Algo que subrayo y
corroboro al cien por ciento.
Entre reflexión y reflexión, nos
regaló la lectura de un micro relato y un relato de su autoría, así como una
serie de frases, pensamientos, recomendaciones, fábulas de otros autores. Como
digo, se habló de la novela, sí, pero también de moral, de la búsqueda
interior, de mirarnos a nosotros sin tapujos y tratar de vernos reflejados en
el prójimo.
Fue una larga charla y, aun así,
me pareció muy breve. La disfruté al máximo, como cuando era niña y escuchaba
con total embeleso las historias que me narraban mis tías abuelas… Creo que la
disfrutamos todos los asistentes y puede ser que también ellos se quedaran con
ganas de más.
Una vez Salvador dio por finalizada
su alocución, Miguel Ángel, como buen maestro de ceremonias, agradeció las
palabras de ambos oradores y dio paso a las preguntas que se nos pudieran
ocurrir a los asistentes.
Hubo varias. Yo le hice dos, más
que preguntas fueron dos reflexiones:
- Una: la novela la presentaron
como policíaca, negra, psicológica… Pero, y ese fue mi argumento, también tiene
un gran trasfondo filosófico y, ese
trasfondo filosófico se da cuando, el autor, te lleva a la reflexión de la mano
de una serie de frases que, a pesar de ser parecidas, no dicen lo mismo y es
preciso que dejes la lectura y pongas las neuronas a cavilar. Son frases como:
“La
reflexión y la lectura / la lectura y, de ahí, la reflexión”
“La
belleza de la fama o la fama de la belleza”
“La
pasión del deseo o el amor deseado… El deseo de amor apasionado o la pasión del
amor deseado”
“Evidencias
demasiado evidentes”
Estas frases no las pude
compartir durante la reunión, porque no me las sabía de memoria y, porque ni me
planteé el preguntar nada pero, creí oportuno hacerlo. Quise transmitir otra
visión de la obra que, he de decir, tuve el placer de leer antes incluso de que
el libro saliera de la imprenta; Salvador me la hizo llegar en pdf. Honor que ni
se imagina cómo y cuánto aprecio. Tras la lectura de ese pdf hice un comentario
en realidad somero frente a como suelo hacerlos, más extensos, pero si en esta ocasión
no me explayé cuanto hubiera deseado fue debido a eso, a que aún no estaba a la
venta, ni tan siquiera en formato papel, por lo que no me extendí demasiado
para no revelar más de la cuenta.
- Dos: añadí que, como ya se habló
durante el coloquio, y tal y como desveló el propio autor, es una obra en la que
el lector conoce desde los dos primeros capítulos lo que va a suceder: el
asesinato de una modelo aparece en la primera frase del prólogo y del capítulo
1; también se conoce, desde el principio, quién es el asesino. Al lector le
hace sentirse un personaje más de la trama, un personaje que lo sabe todo, lo
ve todo desde fuera, como si se encontrase al otro lado de una ventana, ¡pero! aun
conociendo los hechos, está atado de pies y manos, no puede ayudar a desenredar
la trama... Y, como añadí, el verse inmerso en la obra, repito, atado de pies y
manos, sin modo alguno de poder ayudar sientes como lector-personaje una gran desazón,
un vértigo en el estómago, como el que produce la vista de la escalera de
caracol que ilustra la portada.
Esta segunda cuestión, a la que
Salvador dio pronta y amplia respuesta le llevó a hablar de Maibi Marisa Bilbao –con enorme cariño,
profunda admiración y respeto por un trabajo que dijo “bien hecho”, todo esto
lo noté cuando habló de ella, pues lo hizo con verdadero calor-, la persona que
le proporcionó esa imagen. Creo que la más acertada que pudo elegir porque, cuando
terminas de leer la novela, incluso mientras la lees, te sientes así: en lo
alto de esa escalera, girando sobre un suelo que no existe, y con la certeza de
que no existirá, al menos para ti, lector…
¿Los personajes sí que podrán
asentarse sobre algo firme?
¿La luz de la justicia, de la verdad,
brillará o todo irá al fondo de ese pozo que se estrecha, de esa espiral que te
absorbe?
¿Será capaz la policía de entresacar
lo real de lo falso?
Son preguntas que, de manera
inconsciente, te las haces durante la lectura de “La exclusiva del asesino” y…
¡¡Para
conocer todas esas respuestas hay que leer la novela!!
Nota.- Si alguien quiere bucear en
la novela, como pongo más arriba, tuve el placer de leerla y comentarla “en
exclusiva”. Este comentario lo encontraréis en el blog que titulé “Mis lecturas”,
O, en el siguiente enlace:
* 2015-02-28 – La exclusiva del
asesino, Salvador Robles Miras
Aquí encontraréis mi opinión, que
es una, espero que Salvador tenga miles de lectores y, por lo tanto, miles de
opiniones.
Ahora, retomaré el libro, en este
caso en su formato de papel y volveré a deleitarme con esa prosa fluida, casi
poética a pesar del tema porque, cuando se sabe escribir, cuando se es escritor
de verdad, por muy desagradable que pueda ser el argumento, si el estilo es
elegante, la prosa amena, la redacción correcta... el tema será lo de menos porque
el lector caerá en las redes y leerá y releerá la obra hasta el aburrimiento,
lo prometo.
Quiero terminar este artículo
agradeciendo a Salvador el que me encontrara ya hace tiempo, el que, incluso en
la distancia, compartiese conmigo alguna de sus obras –conmigo y con los
lectores de “Pluma y Tintero”-, y sobre todo añadir que es tal y como le
imaginé. Leer a alguien, en profundidad, te lleva a conocerlo bien. Es cierto
que, a veces, te puedes llevar una gran decepción, porque no es oro todo lo que
reluce, pero ayer pude sentir la gran catadura moral de Salvador Robles Miras,
un escritor y un amigo.
Juana Castillo Escobar
Madrid,
14-III-2015
Salvador Robles y yo |
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