Lunes, 27 de abril de 2020
51 días encerrada en casa
Acabo
de contarlos, llevo 51 días encerrada en casa donde me enclaustré, de manera
voluntaria, el pasado 8 de marzo y de donde no he salido en absoluto (salvo
estos dos o tres últimos días a la terraza y porque hace bueno que, si no, ni
eso).
Después
de esta breve introducción a mi “estancia guarecida del mal en mis estancias”,
lo que quería es hacer una reflexión, o compartir, o no sé bien qué, de algo
que no me parece bien…
El
pasado día 14 en que escribí mi última anotación en este diario, como siempre,
por la mañana =ahora mismo son las doce y tres minutos del medio día=, no pude
añadir lo que sucedió ya anochecido, algo a lo que no le hubiera dado
importancia alguna si ayer tarde, durante los aplausos que homenajean a los
colectivos que nos cuidan, a los enfermos…, no hubiera escuchado lo que escuché.
Empiezo
por lo más antiguo.
El
14 de abril, a las ocho de la tarde, la gran mayoría de los vecinos de los
edificios colindantes salimos a terrazas y ventanas a aplaudir; como música de
fondo sonaba desde alguna de ellas el “Resistiré” del Dúo Dinámico que tan
viral se ha hecho. Desde esa misma terraza (o ventana), una vez terminada la
canción, sonó como hace ya un par de semanas el himno nacional… Cesaron l0s
aplausos y, como se dice, “cada mochuelo regresó a su olivo”. Ya había
oscurecido, creo recordar que íbamos a sentarnos a cenar cuando se escuchó
ruido de cacerolada, fuerte y cerca, tan cerca como que sonaba debajo de
nuestra terraza. No sólo fue cacerolada la que rompió el silencio de la noche,
ésta llegó acompañada de una serie de gritos desaforados, gritos de un hombre
que quería ser oído en el entorno y, a poder ser, en el más allá. No paró de
gritar: “¡¡¡Viva la república!!!” hasta que se debió de quedar afónico.
Pienso
que cada uno tiene sus ideales, sus gustos, sus apetencias, no soy nadie para cambiárselos
ni para inmiscuirme en su pensamiento pero debo confesar que me asustó, me
asustó no la frase en sí, lo que me asustó fue el odio que percibí en esas tres
palabras, en el hecho de haber esperado a la llegada de la noche para gritarlo
de manera furtiva… lo imaginé como un lobo apostado en la oscuridad a punto de
saltar sobre su presa pero, creo que, hasta el lobo es más valiente y va de
cara.
Después
del 14 de abril permaneció en silencio.
El
vecino que pone la música en el momento de los aplausos siguió compartiéndola;
es más, a las 12 de la mañana también comparte una canción, creo que es un
himno militar, que dedica a la memoria de los fallecidos.
Todo
normal hasta el sábado 25.
Estábamos
mi marido y yo en casa charlando con nuestra hija y mi hermana y su familia a
través de una vídeo conferencia cuando, a las 7 en punto de la tarde, sonó de
nuevo la cacerolada. El ruido era tan grande que tanto mi hija como mi hermana
lo escucharon a través de sus ordenadores, de inmediato preguntaron: “¿Ya son
las ocho? ¿Es la hora de las palmas? ¡Qué rápido se nos ha ido hoy el tiempo!”
Respondimos que eran las 7 y aún quedaba tiempo de charla y para los aplausos,
les contamos que se trataba del vecino con su “particular aporte”. Luego,
después de la interrupción, continuamos nuestro encuentro virtual hasta unos
minutos antes de ofrecer nuestro homenaje diario en forma de aplauso.
Ayer,
día 26, domingo es cuando la cosa se calentó y se salió de madre.
Comenzaron
los aplausos, íbamos a salir a la terraza mi marido y yo cuando escuchamos los
gritos desaforados, insultantes y maleducados del vecino. Luis se quedó pegado
al picaporte y con la puerta entreabierta pensando si salir o no cuando
escuchamos perfectamente (perdón por las palabrotas, no son mías): “Hijos de
puta, cabrones, fascistas de mierda”…
La
verdad, mi marido y yo nos miramos intimidados. Él dijo: “Esto está tomando un
feo cariz, cada vez se politiza más”, aun así abrió la puerta y salimos a la
terraza donde terminó la frase a la que yo, entre aplausos, respondí: “Pues a
ese que tanto ladra e insulta deberían de tomarle los datos y, cuando le duela,
aunque sólo sea la uña de un pie, que no le reconozca ningún médico o que,
cuando vaya al mercado, no le atiendan ni le vendan nada, porque esto que hacemos
no es política, es un homenaje, un apoyo a todos los que se están jugando la
vida, partiendo el pecho por salvar vidas sean médicos, enfermeros, cuidadores,
limpiadores, policía, bomberos, ejército, pequeño comercio, transportistas…
Vamos, y si este espécimen se muere, que lo dejen en casa sin enterrar porque
no se merece nada –y, con voz más alta, para que me oyera la mujer quien, por
primera vez estaba aplaudiendo y a la que vi cómo me miraba terminé mi
parrafada con un-: porque esto NO ES POLÍTICA, es APOYO, RECUERDO,
AGRADECIMIENTO y HOMENAJE”.
¡No
entiendo a las personas! Resulta que ganamos un mundial de fútbol, o algún
evento importante que tiene que ver con este deporte y el país entero, entero, sale a la calle
revestido por la bandera española, tarareando el himno nacional al grito de
“¡Yo soy español, español, español! ¡Yo soy español, español, español!”, así
hasta la extenuación de los que lo cantan y el aburrimiento de quienes escuchan
y, ahora, que deberíamos ir hombro con hombro, apoyando con unos simples
aplausos, sacamos lo peor de cada casa, lo politizamos todo...
Claro
que los partidos políticos tampoco ayudan demasiado porque sus líderes (mejor
decir seudo líderes porque, discúlpenme, miro a mi alrededor y no hay en el
mundo entero alguien que valga la pena; perdón, sí, los portugueses están dando
una lección de cordura y de apoyo mutuo para remar todos a una contra esta
pandemia que nos asola… regreso a nuestro país desde donde me quedé): los
partidos políticos tampoco ayudan demasiado porque sus líderes –seudo líderes-
son los que debieran dar ejemplo de unidad con el gobierno, apoyarlo y
compartir ideas para ver si, entre todos, se pueden arreglar las cosas pero no,
aquí se dedican a sacar a relucir el cainismo del que en este país sí que somos
líderes.
Por
cainitas nos hemos enfrentado siempre y, por eso mismo, seguimos enfrentados.
¡No aprendemos ni ante un momento como el que atravesamos! Cada uno va a lo
suyo sin importar a quien moleste o haga daño y, en tratándose de políticos, con
el pensamiento en sacar réditos en las urnas en un futuro no lejano pero me da
a mí que todos, todos, van a
salir muy escaldados.
Ya
termino… Diré lo que Mafalda, la de Quino, no sé si la frase me saldrá de
manera literal o será lo más aproximada que recuerdo:
“¡Cuidado, irresponsables trabajando”
27-04-2020 – 13,15 p.m.
2 comentarios:
Me encantan tus reflexiones, estoy de acuerdo con todo. Enhorabuena y ánimo.
Muchas gracias, Susana.
El ánimo anda como puede pero, como siempre, tratando de poner al mal tiempo buena cara si bien hay cosas que molestan y ésta que cuento es de las que molestan porque de lo que se trata es de unir esfuerzos, de ayudar, no de dividir, enciscar las relaciones y llevarnos al odio y la sinrazón...
¡¡Cuídate/cuidaos mucho!!
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