El pasado lunes 23 de abril me reincorporé, por fin, a los "Lunes poéticos del Atelier". No me pude quedar hasta el final, como siempre hago y como me hubiera gustado, pero me fue de todo punto imposible: el dolor era más fuerte que el deseo de escuchar las lecturas de la mitad de los compañeros y las canciones y la música de nuestro cantante particular: Javier Calle.
No les pude aplaudir, no me pude fotografiar con los amigos, tampoco saqué fotos (las que comparto a continuación son las que se hicieron durante el evento y que Félix, el alma mater del mismo, publicó en su página de Facebook y a quien se las "robé" con su beneplácito. Ahí van las fotos, primero la de los compañeros que me precedieron y, a continuación, la mía seguida por la la lectura de una de las ciudades de Ítalo Calvino que elegí.
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Félix Martín Franco (con gorra) y Antonino Nieto dan comienzo al encuentro
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Luis Fores |
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Félix M. F. y Paco Dacal |
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Félix M. F. y Santi de Vicente
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F.M.F. y Tierry Isidra de Guzmán |
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Javier Calle |
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F.M.F. y María José Cortés Álvarez |
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Lola Palancar
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F.M.F. y Antonio Ruiz Pacual
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Matteo Barbato quien leyó la ciudad elegida en el idioma original: italiano
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Francisco Luque Bonilla |
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Félix y yo |
En este encuentro leímos la obra de Ítalo Calvino titulada "Las ciudades invisibles". Cada uno de nosotros eligió dos ciudades que, en un futuro más o menos próximo, tal vez se convierta en un audio libro.
Las ciudades que yo elegí fueron: Zaira e Isaura de las cuales sólo leí la primera, Zaira. Y esto fue debido a que, en este encuentro, hubo lleno y tuvimos que acortar los tiempos de lecutura (algo que, a mí, me vino muy bien).
A continuación podéis leer la ciudad escogida por mi:
LAS CIUDADES Y LA
MEMORIA. 3 - ZAIRA
Inútilmente,
magnánimo Kublai, intentaré describirte la Ciudad
de Zaira de los altos bastiones.
Podría decirte de cuantos peldaños son sus calles en escalera, de qué tipo los
arcos de sus soportales, qué chapas de Zinc cubren los techos; pero sé ya que
sería como no decirte nada. No está hecha de esto la ciudad, sino de relaciones
entre las medidas de su espacio y los acontecimientos de su pasado: la
distancia al suelo de un farol y los pies colgantes de un usurpador ahorcado;
el hilo tendido desde el farol hasta la barandilla de enfrente y las guirnaldas
que empavesan el recorrido del cortejo nupcial de la reina; la altura de
aquella barandilla y el salto del adúltero que se descuelga de ella al alba; la
inclinación de una canaleta y el gato que la recorre majestuosamente para
colarse por la misma ventana; la línea de tiro de la cañonera que aparece de
improviso desde detrás del cabo y la bomba que destruye la canaleta; los
rasgones de las redes de pescar y los tres viejos que sentados en el muelle
para remendar las redes se cuentan por centésima vez la historia de la cañonera
del usurpador, de quien se dice que era un hijo adulterino de la reina,
abandonado en pañales allí en el muelle.
En
esta ola de recuerdos que refluye la ciudad se embebe como una esponja y se
dilata. Una descripción de Zaira como es hoy debería contener todo el pasado de
Zaira. Pero la ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una
mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en
los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas
de las banderas, surcado a su vez cada segmento por raspaduras, muescas,
incisiones, cañonazos.
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Una vista del Atelier |
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