A veces las noticias, los sucesos, la vida se superpone. Y no solo eso, se amalgama de tal modo que vienen las historias superpuestas: lo doloroso y amargo se ve invadido por lo alegre. Es como los típicos platos de comida china: agridulce.
Indudablemente, lo agrio lo guardo para mi, porque cada persona ya tiene su cupo de dolor escondido en el armario de su alma, o lo grita a los cuatro vientos, eso ya depende de cada cual.
Ahora lo que quiero es compartir lo bueno, lo agradable, que en los dos últimos meses hubo. Empiezo por lo más cercano: el pasado viernes, día 11 de los corrientes, acompañé a mi amiga Ana Giner Clemente en la presentación de su nueva novela. Vino desde Valencia y me pidió si, por favor, podía estar con ella a su lado, a lo que asentí con prontitud y cariño. Estas fueron mis palabras en el citado evento (del que añadiré fotografías):
Hola, buenas
tardes. Agradezco a Ana Giner, la autora de quien hablaré a continuación, el
invitarme a este evento tan importante para ella y, la verdad es que, también
para mí.
Me van a
disculpar si les leo lo que, más o menos, tengo pensado decirles –pero no se me
asusten, no es demasiado, lo que ocurre es que el tamaño de letra es, ese sí,
demasiado grande-. Como les decía, les leeré lo que me inspira este
acontecimiento porque, si se lo expongo en viva voz, estoy segura de que las
palabras se me escapan, tiemblan, y se van, dejándome con la boca abierta, y
sin saber qué decir, ni por dónde salir y, a ustedes, con la carcajada a flor
de labios.
¿Por dónde
empezar? ¿Por las obras? ¿Por la autora? ¿Por su biografía? ¿Por cómo nos
conocimos?
Haré, con todo
ello, una suerte de paella en la que cabrán todos los elementos. Les cuento,
Ana Giner nació en Algemesí (Valencia), en cuanto a la fecha exacta…, si la
desea compartir, que sea ella quien la desvele. Según sé, desde muy temprana
edad quiso, primero, dedicarse al “artisteo”, algo que su madre le quitó de la
cabeza; más tarde, el mosquito de la literatura le inoculó su veneno y, desde
entonces, se ha dedicado a ella en cuerpo y alma.
Ese ímpetu
literario la llevó a buscar en Internet… ¿Qué buscó? En realidad no lo sé, el
caso es que en 2010 me encontró y se puso en contacto conmigo. Me pidió que le
hiciera una entrevista radiofónica, algo que llevé a cabo con todo el rigor y
esmero posibles. Les cuento que esto sucedió en marzo de 2010, en Onda Latina,
en el programa “Al fondo a la izquierda” -en el que durante seis años, tuve a
mi cargo la parte cultural del mismo-, la entrevisté antes de que viniera a
Madrid a presentar su libro de poemas: Mirada de mujer (antología
publicada ese mismo año) a cuya presentación acudí, en aquel momento, como
público. Desde entonces, hemos mantenido, en la distancia, una amistad basada,
sobre todo, en la literatura.
Ahora, podría
hablarles de sus obras, tanto de las poéticas, como las que nos han traído
hasta aquí, una trilogía que, por lo pronto, son solo un par de novelas con
títulos tan sugerentes como: “Yo amé a William Shakespeare” y “Sin
irme de tu lado”. Y, si a la autora no le parece mal, les adelanto el
título de la última novela de esta saga, aún inédita: “El eje de la vida”.
Pero no voy a hablar de sus obras. Y, ¿por qué?, se preguntarán todos ustedes.
Pues, sencillamente, porque si les hago un comentario, bien sea resumido o muy
extenso de estas dos novelas, sería mi opinión, mi punto de vista lo que les
transmitiré y, la verdad es que, para un escritor, es preferible tener más de
una opinión. Como siempre digo: escritor hay uno, en este caso escritora, Ana
Giner y, opiniones, ojalá que tenga cientos, es decir, tantas como lectores
de sus obras. Pienso que, cada vez que hay un evento de esta índole, el público
debería conocer de antemano la obra, u obras, del autor en cuestión para que,
así, se pudiera llevar a cabo un verdadero intercambio de pareceres.
Lo que sí les apuntaré
es lo que encontrarán en estas dos novelas: unos personajes muy reales que
aman, o sufren por la pérdida de ese amor, hay ternura, dolor, sensualidad, la
luz del mediterráneo llevada al papel… Y, como decía Mayra, en un concurso
televisivo famosísimo, “hasta aquí les puedo leer”.
Ahora, quiero
añadir mi percepción de Ana, no como autora, sino como persona: la tengo por
una mujer valiente, resuelta, que sabe nadar en aguas enfangadas, pese a quien
le pese, y saltar como un pura sangre por encima de todo aquello que le suponga
un obstáculo, de los muchos que existen en el mundo literario.
Un breve apunte
antes de terminar. Anteayer, mientras redactaba in mente esto que les
estoy leyendo, digamos que, en otra sala de mi cabeza, se cocían estos haikus,
pequeños poemas, tanto, que no llevan ni título, sino que los tengo numerados.
Estos tres últimos se los dediqué a ella. Espero Ana, que te gusten:
Nº 398
Ana es: Valencia
pintada en sus
pupilas.
Mediterránea.
Lunes, 9-VI-2014
– 12,22 p.m.
***
Nº 399
Valencia y Ana:
tierra y mar,
cuerpo y alma.
Arte y amistad.
Lunes, 9-VI-2014
– 12,24 p.m.
***
Nº 400
Si solo alabo
ciertas
virtudes, sin más,
Ana, se pierde.
Lunes, 9-VI-2014
– 12,24 p.m.
Ya sí que
termino. Agradezco a la Dirección de la Biblioteca Municipal “Miguel Hernández”
esta grata acogida; a Ángel Jiménez, periodista y amigo de Ana; a doña Mª Del
Mar Gil Matesanz, Concejal de Cultura de la villa de Villalba, por permitirme
estar junto a ellos y ser los que han dado paso a mi exposición; a todos
ustedes, por escuchar mis palabras y, sobre todo, como dije al principio, a Ana
Giner Clemente, autora de esta trilogía, por haber confiado su obra y su
persona, una vez más, en mi persona.
Madrid, 10 de
junio de 2014
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Juana Castillo, Ana Giner, Ángel Jiménez y Mª Del Mar Gil |
Juana Castillo, Ana Giner y Ángel Jiménez |
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