El pasado 3 de julio, lunes, celebramos
el XXX «Lunes Poético del “Atelier”» dirigido y amenizado por el incomparable Félix
Martín Franco en la palabra y, en la música tuvimos –como siempre- el
privilegio de escuchar las canciones a la guitarra de Javier Calle. En este
encuentro, el último del, llamémosle, curso, hubo presentación de libro e,
incluso, entrega de premio: el afortunado en recibirlo fue el poeta Antonio
Ruíz Pascual por su dedicación, no faltar a ningún encuentro y tener siempre a
punto sus obras, el premio consistió en un lapicero enorme, de al menos medio
metro de largo y cuya circunferencia debe de ser tan grande como una moneda de
dos euros. La verdad es que nos divertimos, cantamos, reímos y leímos las obras
que forman parte de este nuevo «Cuaderno de Poesía y Palabra número 5 – SUMMER TIME
– Verano 2017».
Participé,
en esta ocasión, no con poesía sino con un relato breve inspirado en un hecho
totalmente real. Algo que sucedió una mañana de verano de hará un par de años o
tres. Cuando lo leáis sólo hay que cambiar al protagonista humano –Anselmo- por
mí, casi todo lo demás es ciertoJ. Espero que os guste.
La autora, Juana Castillo Escobar
Madrid, 13-IX-2017
22-07-2015 |
MAÑANA
DE VERANO
Mañana
de verano. Plomiza. Calurosa. Un cielo lechoso cubre el sol; un sol ardiente
que quema a pesar de su casi invisibilidad y del que huyen tanto animales como
personas.
Encerrado
en la casa, Anselmo, eremita forzoso en esas jornadas de calor asfixiante a
causa de sus males, hizo de la terraza, años ha, su lugar de esparcimiento. Se
trata del lugar que más le agrada de la vivienda, al que cuida como a un bebé,
y que luce cuajado de macetas que dan un toque de color y, en ocasiones,
frescor al ambiente.
Anselmo
se encabalga las gafas oscuras a pesar de la escasa luminosidad del día porque,
cualquier pequeño rayo de sol, le daña los ojos recién operados. Sale a la
terraza, en el intento de tomar posesión de su lugar en la barandilla y, desde
ella, tomar también el escaso aire que corre por las alturas en las que vive.
Cuando sale ve que su sitio está ocupado por una paloma. Espero que sea la coja ─dice
para sus adentros─ porque, si es otra, no le consiento que se
tome estas libertades.
No le
gustan las palomas, no es que le hayan hecho nada, pero las considera bastante
sucias y, de vez en cuando, las tilda de ratas voladoras. Solo a la paloma coja
le consiente muchas cosas: que duerma en el alféizar de la ventana, que beba
agua de la que rezuma de las plantas y queda recogida en los platos que hay
bajo los tiestos, que se aposente en su lugar predilecto en la barandilla y, se
lo permite, porque le apena verla dar saltos sobre su única pata sana: la
derecha. Culpa de que el animal esté en situación tan lamentable al humano que
tiró su goma de mascar sobre la acera, o el asfalto, y la paloma lo pisó. La
pata izquierda de su “amiga” es un muñón cerrado que de poco le sirve por eso,
a ella, a la paloma coja, le consiente que se acerque tanto a su vida.
Anselmo
observa desde la puerta al ave. Acurrucada sobre la baranda y casi cubierta por
el toldo parece dormida. El hombre entra en la casa, se quita las gafas
oscuras, toma el móvil y, en silencio, regresa al balcón y se acerca con sigilo
a la durmiente que, al instante, abre el párpado y le observa. Anselmo le toma
una primera foto…
La
paloma, al escuchar el clic, levanta el ala izquierda, se despereza. Anselmo le
toma otra foto. Suena otro clic. La paloma levanta las dos alas, abomba su
cuerpo. Anselmo toma una nueva foto. Suena el clic pero la paloma ya no está en
la barandilla… El hombre se queda solo rodeado de plantas y con las imágenes de
su visita archivadas en el móvil.
Suena un
trueno lejano, parece que un relámpago cruza el cielo… Después de meses regresa
la lluvia: cae mansa, caliente y forma pompas irisadas al chocar contra el
suelo. La tarde se prevé más calurosa aún que la mañana.
22-07-2015 |
Nota.- Este micro relato, inédito hasta ahora,
forma parte del cuaderno ─o… ¿futuro
libro?─
al que he titulado “In crescendo”.
Alguno
de los híper breves sí aparecen publicados en el libro titulado: “Tusitala, el narrador”, junto a varios
autores, así como en mi blog y en el blog de algún amigo.
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