Portada del libro de poemas Perlas de Luna |
XVII
Hace más de un año
que no “reflexiono”. De todos modos, este escrito no sé si debería de estar en
este bloque o en el titulado “Conversaciones con mi padre”. Bien, es igual.
Quizá lo publique en
el blog “Perlas de Luna”, es una forma de darme a conocer a quienes me
visitan y, entre otras cosas, es también la manera de dar paso al libro de
poemas que lleva ese mismo título.
¿Por dónde empezar?
En mi cabeza estaba
todo muy estructurado, muy lúcido e, incluso, bonito pero ahora...
Ahora han pasado 10
días, hoy es 30 de mayo y debo continuar con esto sí o sí. Me explico: como
digo más arriba, de manera sutil, esta reflexión deberá ir al blog “Perlas de
Luna”, título que puse al libro de poemas auto publicado por mí y que, poco a
poco, sale a la luz.
La primera salida de
casa del poemario fue el pasado viernes, 4 de mayo; salió para tomar parte en
una jam session poética en La CABA (La Casa Autogestionada del Barrio de
Aluche) donde los poemas tuvieron –aunque sea yo, la autora, quien lo diga- una
grata acogida.
Su segunda salida
tendrá lugar el próximo viernes, 22 de junio, a las 19 horas. En esta ocasión
será la biblioteca “Ángel González”, sita en la calle Granja de Torrehermosa, nº
2*, donde el libro, más que el libro, de nuevo los
poemas, los compartiré con el público, que espero sea mucho, al menos el
suficiente para no verme sola leyendo a las paredes.
He de añadir la
advertencia que me hizo ayer la directora de la biblioteca: al ser este un
edificio público, del ayuntamiento, solo puedo presentar el libro, pero
no venderlo. Es decir, si alguien desea tener un ejemplar de “Perlas
de Luna” deberá solicitarlo, bien por correo a la editorial** o comprarlo directamente en su librería, o, podrá pedirme que se lo
envíe yo por correo certificado… Eso ya queda a gusto del lector amigo.
Decir que siempre me
gustó hacerlo, desde la edad en la que todo es, en un principio, oralidad.
Aprendí con los cuentos narrados por mis tías abuelas, bueno: cuentos,
canciones, obras de teatro (sobre todo el Tenorio que, una de ellas, se sabía
de cabo a rabo y me lo recitaba sin parar). De ahí nació mi amor por las
historias y la poesía. En un principio, cuando solo sabía hablar, me volvía a
contar aquellos cuentos parada frente a la luna del armario ropero –enfundada
previamente en un refajo de mi abuela y unos tacones de mi madre, para mí
enormes ambas cosas-, y los dramatizaba en una mezcla de historias, hacía voces
distintas, tan pronto era la princesa con voz de pito, como el caballero de voz
gruesa; tan pronto me desmayaba frente al espejo, como blandía una percha de
aquellas de madera, antiguas, que más parecían una tizona que otra cosa y,
montada con mucha dificultad –mis piernecitas eran las de una niña de, poco más
o menos, dos o tres años- a horcajadas sobre una silla, con una cuerda de las
de saltar en torno al respaldo y bien asida a este remedo de rienda, trotaba
sin moverme del sitio sobre las baldosas del salón, para esto ya me había
convertido en el príncipe de la historia con lanzar por todo lo alto los
tacones y perder la falda –o refajo- en el breve camino del armario a la silla.
Después llegó la
época del colegio, de los primeros palotes, de las primeras letras, entonces es
cuando aquel teatro en solitario quise que se convirtiera en una historia
escrita y, aún sin saber, hacía que emborronaba las páginas de un libro
imaginario que luego le contaba a mi muñeco que pasó de ser “mi niño” a ser mi
alumno porque, otra de mis grandes ilusiones, además de la de escribir, fue la
de enseñar: ser maestra.
No me convertí en
ninguna Margarita Xirgú por el aquello de mis representaciones teatrales a dos
voces, tampoco me convertí en profesora ni soy una Gloria Fuertes o Almudena
Grandes (con quien tengo muchos puntos en común: infancia vivida en el mismo
barrio de Madrid, estudios en el mismo instituto, formamos parte de una misma
antología: “Antología de cuentistas madrileñas”…), pero trato de subir poquito
a poco los peldaños de esta ardua escalera que es la literatura. Más que la
literatura debería decir que, lo que es arduo de subir, son los peldaños tan
enormes que imponen las editoriales para publicar a los autores primerizos o
emergentes o desconocidos. No son peldaños, son abismos difíciles de atravesar
a no ser que tengas las amistades oportunas y que, gracias a ellas y a su
“empujoncito”, se consiga llegar al paraíso soñado por todo escritor: que le
publiquen y ser leído, porque un libro cerrado es como un muerto en su caja,
puede que alguien se acuerde de él durante un tiempo, tal vez alguien no le
olvide jamás, pero para la gran mayoría cada vez se sumirá en el olvido y,
sobre todo, si se le conoció poco, una vez finado, se le conocerá aún menos
porque, como es lógico, lo que no se conoce no se busca, no se echa en falta, no interesa, finito...
Lo mejor
para acabar esta reflexión es hacerlo con una frase de
Mariano José de Larra:
“Escribir en Madrid
es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como en una pesadilla abrumadora y
violenta”... Pero yo, que soy bastante cabezota, sigo buscando esa voz aunque
me cueste hallarla.
*Lugar de la presentación:
Biblioteca
“Ángel González”
Calle/ Granja de
Torrehermosa, nº 2Autobuses: 25 – 39 - 121 – 131 – H
Metro: Campamento.
** Venta del libro en:
Editorial
“Cultiva Libros”
Librería
Cultivalibros C/ Palos de la Frontera, nº 25
28045 - Madrid
www.cultivalibros.com
**También podéis adquirir el libro a través de mi correo:
castilloescobar.juana@gmail.comPara saber más:
http://www.facebook.com/pages/Perlas-de-Luna-el-poemario/132281940178356
Madrid, 20 -
30 de mayo de 2012
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