martes, 12 de mayo de 2015

Juana Castillo . Entrevistada por Monica Manolachi para la revista literaria Orizont Literar Contemporan (entrevista bilingüe: español y rumano)

Portada revista literaria "Orizont Literar Contemporan" - Año VII - Nº 3 (41)
Mayo - Junio 2014 donde aparece publicada esta entrevista  

M. M. ¿En qué lugar naciste y qué influencia ha tenido este lugar sobre tu vida?

J. C. - Nací en Madrid, la capital de España, la ciudad en la que vivo y en la que, cuando llegue mi hora, me gustaría descansar (si es que el destino no me tiene reservado otro sitio).
¿En qué me influenció mi lugar de nacimiento? No sabría decirlo. En el fondo me siento ciudadana del mundo, no me considero extraña en ninguna parte, me acomodo pronto al lugar en el que, por ejemplo, paso unos días de vacaciones y, esto es así, porque intento ver lo bueno que me rodea y amoldarme a sus costumbres.
Diré que Madrid es un crisol de nacionalidades. En la actualidad mucho más que cuando yo era niña, pero sí es cierto que a la capital llegaban personas de otras provincias, con otras costumbres y, aun hablando el mismo idioma, lo hacían con sonido diferente. Todo ello unido, si te gusta escribir, si la imaginación se desborda, si eres observadora, hace que la gran ciudad se convierta un semillero de posibilidades artísticas.
A todo ello tengo que sumarle mis incursiones, desde la más tierna infancia hasta la actualidad, de los lugares tan maravillosos, a mi modo de ver, que Madrid guarda: museos –no los nombraré todos porque es impensable hacerlo en una entrevista-, en los que es posible soñar con los ojos abiertos; palacios y palacetes; casonas señoriales; antiguos cafés; plazas y plazoletas; rincones con sabor aún a enfrentamientos a capa y espada; grandes zonas verdes donde expansionarse y respirar y en las que, la historia, no es ajena...


M. M. ¿Desde dónde se empieza a gestar tu relación con el mundo de la literatura? ¿Cuáles fueron las circunstancias? ¿Qué dice tu familia?

J. C. - Mi relación con el mundo literario se gestó en el propio hogar.
- ¿Las circunstancias? Me crié con dos tías abuelas, hermanas entre sí, y el hijo de la menor de ellas.
A la mayor de las dos le gustaba el teatro, la zarzuela, las coplas..., por eso mis nanas* eran coplas bien conocidas por ella, piezas de zarzuela* y, cuando crecí algo más, digamos que con un par de años o tres, me recitaba fragmentos del Tenorio que sabía de memoria, así como otros poemas; algo que me fascinaba. Siempre pensé que los diálogos en verso eran mucho más musicales y hermosos que en prosa. De ahí que, desde muy niña, traté de imitar aquellas formas poéticas en mis monólogos con los juguetes.
La otra hermana me contaba cuentos: los clásicos, otros que inventaba para mí, e historias del Madrid antiguo. Me llevó a los museos desde muy temprana edad, sobre todo al Prado y al de Ciencias Naturales. Dábamos largos paseos y, mientras caminábamos, aprovechaba para hablarme de la historia de una calle, casa o plazoleta.
En cuanto a mi tío, hijo de la anterior, era juguetón. Solíamos ir al cine –pienso que, con la excusa de llevarme a mi a ver películas de Walt Disney, aprovechaba él para verlas-. Antes de aprender a leer, y cuando ya empecé a unir las primeras letras, ambos leíamos tebeos (comics), cuentos, poemitas infantiles... Me enseñó a hacer crucigramas; algo que, con menos de siete años, empecé a resolver mejor que él, cosa que le sacaba de quicio, entonces simulaba que nos peleábamos en broma.
La entrevista en español
Pienso que todo esto hizo que, en mi mente, que empezaba a formarse, se mezclaran las historias como en un cóctel y, ahora, se manifiesten para llenar copas de poemas y vasos de cuentos.
Desde el momento en el que leía yo sola, sin la ayuda de nadie, me dediqué a devorar todos los libros que caían en mis manos. Era viajar sin moverme de casa..., hasta que un día, hacia los diez años, tal vez antes, decidí que también yo quería contar mis propias historias.
- En cuanto a mi familia, ¿qué decir? Que me apoya en todo momento.
Se alegra con los pequeños triunfos y, con los grandes –como considero que lo es este: el que me entrevisten para darme a conocer a través de una revista tan prestigiosa como es HLC, para ellos es algo tan importante como lo es para mí-.
Mi familia también está ahí cuando las cosas no salen como debieran. En esos momentos tratan de consolarme y darme ánimos, sobre todo con el tema de la edición de las obras, que es, si no espinoso, sí difícil de conseguir el que una gran editorial se fije en el trabajo de una escritora desconocida como yo. O, cuando te publican algo (pagando por ello), y te estafan: ni te reembolsan el dinero obtenido por la venta de los libros, o los que les quedan en depósito no te los restituyen...


M. M. ¿Cómo funciona el taller de literatura Pluma y Tintero? ¿Cómo nació La geniecilla de las historias?

J. C. - El taller funcionaba (lo escribo en pasado porque, desde el año 2013, quedó en suspenso) con pocos alumnos, pero en realidad muy buenos. Unos eran alumnos presenciales, y otros por Internet. El taller nació en enero de 2007, tuvo alumnos de ambos sexos y de diferentes nacionalidades.
Durante el último año, las alumnas presenciales eran de Madrid, aunque una de ellas venía desde una localidad bastante alejada de la capital. Las alumnas de Internet enviaban sus trabajos desde Las Palmas de Gran Canaria -Islas Canarias-, una; y la otra participaba desde Santiago de Chile.
Más que alumnas llegamos a ser un grupo de amigas, con una afición en común: escribir relatos. Mi cometido: corregirlos hasta que quedaran tan pulidos que, en el momento de leerlos, la mirada del lector patinara sobre ellos sin encontrar ningún tropiezo en su lectura. Traté de ayudarles no solo a que encontraran su propio estilo, sino a pulirlo hasta que brillara. Para ello, además de redactar y comentar sus relatos, también leíamos y comentábamos relatos de autores consagrados, servían de modelo y, a su sombra, nacieron intertextos muy interesantes.
- Abrí un blog el año 2007 con el nombre del taller, Pluma y Tintero, para que todo lo que hacíamos en él quedara reflejado y expuesto a todos los alumnos: los cercanos y los más alejados, también para darnos a conocer en el gran mundo virtual y, de ese modo, conseguir más discípulos (algo que no se logró, pero sí tuvimos y tenemos gran cantidad de visitas).
Los trabajos que se llevaron a cabo durante este primer curso los consideré muy interesantes, dignos de ser publicados, entonces fue cuando nació el primer esbozo de la Revista Literaria Pluma y Tintero. Recopilé todos los trabajos del año, la imprimí en casa, la llevé a encuadernar en gusanillo a la imprenta y la regalé a las alumnas que quedaron encantadas. Saqué dos o tres números más y ellas, en vista de los gastos, se empeñaron en pagarme algo para ayuda de los mismos.
El curso siguiente fue también pródigo en relatos y decidí publicar un libro, el primero del taller. Se tituló: Un sueño dorado (año 2008), fue un libro que prologué, coordiné, co-edité, corregí y en el que también participé como autora.
Por último, nació el segundo libro: La geniecilla de las historias. En este, tengo que reconocerlo, algunos relatos son más flojos, pero lo que sí puedo aseverar es que todos fueron escritos con el mismo entusiasmo que los primeros. Al igual que el anterior lo coordiné, co-edité, corregí, prologué y también participé como autora. Es más, incluso me atreví a enviar una de mis pinturas para que sirviera de portada.
Se puede decir que, La geniecilla es, hoy por hoy, el broche a esta aventura.


M. M. Tus poemas han sido publicados al rumano. ¿Cuándo empezaste colaborar con Horizonte Literario Contemporáneo?

J. C. - Sí, algunos de mis poemas y relatos fueron traducidos y publicados en la revista Orizont Literar Contemporan no solo en rumano, al principio aparecieron en tres idiomas: español, rumano e inglés. Cuando me llegó el primer número en el que colaboré, al leer aquel relato en esas tres lenguas, no quiero parecer ñoña, pero lo cierto es que lloré de alegría, es más, no solo era alegría, es que me sentí en aquel momento escritora, pero escritora de verdad. Fue como si me hubieran concedido un nombramiento de…, no sé, Doctora Honoris Causa.
- Empecé a colaborar con Horizonte Literario Contemporáneo en el año 2010. ¡Ya hace cuatro años! Conocí esta gran revista a través de Maru Mendoza (María Eugenia Mendoza, escritora mexicana), ella fue quien me puso en contacto con su redactor jefe: Daniel Dragomirescu, a quien presumo de tratar como mi querido amigo.
Daniel me acogió en HLC con los brazos abiertos, me dio toda suerte de posibilidades y me hizo sentir una más en esa gran familia intercultural. Incluso al equipo de redacción a los que, sin conocerlos, los siento a todos, tan cercanos, que ni el espacio, ni la lengua -con ser muy grande uno, y bastante diferente la otra-, los considero elementos que nos distancien.


M. M. ¿Qué significa traducir para ti? ¿Existen realmente fronteras físicas, psicológicas o culturales entre las lenguas?

J. C. - Me gusta traducir.
Trasladar textos del italiano o del francés a mi idioma es algo que me gratifica (son las dos lenguas que mejor conozco, aunque las tengo bastante olvidadas porque no es algo que utilice a diario). Tampoco suelo traducir muchas obras por falta de tiempo, pero siempre que puedo leo alguna que otra en estas lenguas (en ocasiones me atrevo con el portugués e, incluso, con el inglés –este gran parte de las veces por necesidad: en el momento que entras a cualquier página de Internet, te topas con la lengua de Shakespeare-).
Es indudable que los escritos originales poseen muchos más matices que los traducidos, entre otras cosas, el traductor puede ser que –en algún momento- no capte toda la intensidad del autor de la obra original, o, en otras ocasiones –quizás las más de ellas-, deje su impronta de escritor, su estilo, alejándonos, sin quererlo, de ese original con el que, tal vez, disfrutó tanto al traducirlo.
- Puede ser que sí existan fronteras entre las lenguas. Todo depende del individuo. Existen personas a las que les resulta muy fácil el aprendizaje de un idioma, otras son capaces de entender incluso siete o más.
Pero, no hay que olvidar el hecho de que también hay otras personas que presentan serias dificultades, no solo para aprender una lengua extranjera, sino también para aprender y entender la suya propia. Supongo que, para este último ejemplo expuesto, la enseñanza precoz y bien dirigida es la mejor de las ayudas mas, para ello, es el Estado quien debe proporcionar los medios físicos y materiales idóneos para ofrecer esa cultura políglota que tanto se exige hoy día, pero a la que tan poco caso se le hace.
Sería bueno que los educandos pudieran salir al extranjero, por temporadas, en intercambios culturales para aprender realmente otro idioma. Considero que un idioma no es solo una lengua diferente, es un modo de vida, de pensar, de actuar de sentir y, todo eso, se aprende en el país de origen, conviviendo con sus habitantes.


M. M. ¿Cuál es el trabajo literario que desarrollas?

J. C. - Hoy por hoy me dedico a escribir lo que puedo: poemas, comentarios de textos de autores consagrados, algunos relatos infantiles en prosa y verso, prosa poética, tengo dos novelas por terminar –y al menos otras tres por revisar-, algunos relatos empezados…
Estoy volcada en la revista literaria que dirijo, “Pluma y Tintero” (se llama como el taller y es un pequeño homenaje al relato del gran autor Hans Christian Andersen “La pluma y el tintero”): en su redacción, diseño, recepción y lectura de nuevos trabajos, etc. etc.
Está a punto de aparecer –será en los primeros días de septiembre- una compilación de relatos breves, de mi autoría, titulada: “En femenino plural… relatos de mujeres para todos los públicos”.
En octubre, aún sin fecha, presentaré de nuevo mi libro de poemas “Perlas de Luna” en la biblioteca municipal “Miguel Hernández” de Collado Villalba.
Y, también en octubre, espero poner de nuevo voz a poemas, relatos, ensayos, artículos… de los amigos y autores de Orizont Literar Contemporan, de los colaboradores de la revista, así como de autores consagrados.
También estoy volcada en la recopilación de diversos trabajos, con la esperanza puesta en una futura publicación de dichas obras, algo que considero bastante difícil debido a los precios tan abusivos que, ciertas editoriales de co-edición, cobran por editar textos de autores noveles.


M. M. ¿Has viajado al extranjero? ¿A dónde y por qué?

J. C. - Sí, viajé al extranjero en varias ocasiones. Siempre en época de verano, en viajes programados, pero con un transfondo cultural.
- La primera vez que salí estuve en Francia, el destino: París. Se trató de un viaje en autocar Madrid-París y, en este recorrido, pude visitar –junto a mi esposo- alguno de los castillos del Loira, antes de arribar a la capital.
- En otra salida a Galicia, pasamos al vecino Portugal, es como si continuara en España pero escuchando a las gentes hablar en gallego.
- El año 1998 giramos visita a Italia: Milán, Venecia, Rávena, Siena, Padua, Pisa, Florencia, Roma... A Italia la considero, tal vez haya viajado aún muy poco por el mundo, pero es que es así; como digo, Italia es como un enorme joyero en el que encuentras las piedras más hermosas y los más hermosos adornos. Disfruté del viaje como un niño.
- En 1999 la visita fue a: Francia, Bélgica, Holanda y Alemania. Cuatro países, cuatro culturas y cuatro formas de vida: la sibarita y sofisticada francesa; la más recatada belga; la permisiva holandesa y, la alemana, fuerte, con los pies en la tierra y unos paisajes de ensueño. ¡Lástima no conocer su lengua!



M. M. ¿Qué significa para ti la interculturalidad?

J. C. - Interculturalidad, para mi, como su nombre indica, es: comunicación entre diferentes culturas, distintas formas de pensar, de actuar, de vivir... Entiendo que se trata de una comunicación entre personas, o grupos de personas, de distintas nacionalidades, razas y religiones.
Quiero creer que esa interculturalidad lleve a una mejor comprensión, a un hermanamiento, a un algo que derive en un mundo de paz y en paz.
La entrevista en rumano
Sinceramente creo que, si olvidamos las barreras que nos separan: lengua, raza, posición –el mal llamado status social-, religión..., si conseguimos, como digo, abolir todas esas barreras, sentirnos iguales a nuestros hermanos sean de la raza que sean, y profesen la religión que profesen, sean ateos, agnósticos, lo que sean, conseguiremos un mundo de paz pero, para ello, necesitamos desarrollar un respeto y una cultura que, a pesar de las citadas diferencias, nos aúne como sujetos, como lo que somos: criaturas de una misma especie, la humana, aunque a veces se nos olvide.






* Nana (plural: nanas).- Canto con que se arrulla a los niños.

** Zarzuela.- La zarzuela es una forma de música teatral o género musical escénico surgido en España que se distingue principalmente por contener partes instrumentales, partes vocales (solos, dúos, coros...) y partes habladas, aunque existen excepciones en las que estas últimas, las partes habladas, están completamente ausentes. El término «zarzuela», aplicado al género musical y teatral, procede del Palacio de la Zarzuela, palacio real español situado en las proximidades de Madrid y en el que se hallaba el teatro que albergó las primeras representaciones del género.

De una manera reductora y errónea se ha asimilado la zarzuela a la opereta, género de origen francés, principalmente por contener partes habladas o declamadas, pretendiendo así que «la zarzuela es la opereta española». Pero la zarzuela es históricamente muy anterior y esa característica ya se encontraba en otros géneros europeos, también muy anteriores a la opereta y no necesariamente anteriores a la zarzuela. En realidad en ese sentido la zarzuela sería más bien el equivalente español de la opéra-comique francesa o del singspiel alemán. Dichos géneros de Francia y del mundo germánico se caracterizan por producir representaciones teatrales y musicales en las que, a diferencia de la ópera propiamente dicha, se alterna música con partes habladas o declamadas. La flauta mágica de Mozart, por ejemplo, no es una ópera sino un singspiel y, por consiguiente, tanto sentido tiene decir que «la zarzuela es la opereta española» como decir que «el singspiel es la zarzuela vienesa». Aun así ha habido zarzuelas del género grande que por no tener partes habladas son parecidas al grand opéra francés o a la ópera seria italiana. Por lo tanto la zarzuela se definiría de una manera más adecuada, y más simple, como el arte lírico y escénico propiamente hispánico, pues aunque naciera en España, al poco tiempo de su aparición se extendió a la casi totalidad del mundo hispánico.

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