lunes, 28 de septiembre de 2009

Puro diálogo

Imagen obtenida en Internet
¡LA VIDA ESTÁ POR LAS NUBES!
Juana Castillo Escobar ®


- ¡Uf, qué negro se está poniendo el cielo! ¡Va a caer una buena…!
- ¿Dónde anda el mando a distancia? Seguro que lo has escondido.
- Ni lo he visto. Tú sabrás dónde está. Eres el único que te pasas la mayor parte del día con él en la mano.
- ¡Qué amable…!
- ¡Ya llueve! ¡Dios, cómo cae!
- Ni que eso fuera tan importante.
- No lo será para ti pero para los agricultores, los embalses…
- ¡Qué sabrás tú de agricultura, de embalses ni de ninguna otra cosa! ¡Ya habló la entendida! ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que sólo conoces el campo de tanto mirar a los tiestos?
- Eso te lo debo agradecer a ti…
- Agradecerme ¿qué?
- La vida que me has dado. La vida que llevo. La vida que llevamos encerrados en esta casa, sin amigos, sin apenas salir y menos aún conversar entre nosotros.
- ¿Acaso tenemos algo de qué hablar? Después de tantos años juntos ya está todo dicho.
- Nos estamos distanciando cada vez más y más. En el momento en el que doy pie a una conversación, a un ligero conato de diálogo, tú lo cortas de…
- ¿Dónde demonios está el mechero? ¡Ah, aquí, en el sillón bajo mi pierna!
- ¿Te importaría no encender otro cigarrillo? Ese debe de ser el número doce o el quince de la tarde. Sabes que no debo…
- ¿Qué? ¿Respirar el humo infecto de mis pitos? Pues ya sabes el remedio: puerta. Lárgate a la cocina. No sé qué haces todo el día junto a la ventana… Oye, ya que vas a la cocina, me traes de paso un par de birritas, el partido está a punto de comenzar…
- Eres un egoísta. Un borracho. Un…
- ¡Vaya, ya dio comienzo a la letanía diaria! ¿Sabes qué te digo? Que tienes toda la razón. Amén. Bla, bla, bla. Bla, bla, bla. Bla, bla, bla.
- No sé qué ha ocurrido. Tampoco cuándo. Éramos felices, al menos lo parecíamos y, de repente, ¡zas!, el cambiazo. Con todo has conseguido que incluso nuestros hijos huyan de nuestro lado.
- Quizá no aguanten tus lloriqueos, ni tus reproches diarios, ni tus agonías de menopáusica…
- ¡Si lloro es por vuestra causa…! Estúpido, no entiendes nada. El alcohol acabará contigo y con nuestro hijo mayor. Lleva el mismo camino que tú. No os dejáis ayudar… Podríamos, Virginia y yo, intentar que fueseis admitidos en algún centro de desintoxicación. Lo que decía nuestra hija, al menos antes, te hacía reflexionar…
- Yo no necesito nada de eso. Yo controlo. Además, un hombre que no bebe no es un hombre. Mi padre lo decía: un tío que no alterna con los amigos y no se echa un trago con ellos es una dulce flor de invernadero, una damisela mojigata. En cuanto a ti deberías callarte y dedicarte a tus asuntos marujiles: guisar, fregar, ir a la compra, coser, planchar y…, bueno, darme gusto en todo. Es decir, ser sumisa y obedecerme en todo lo que te pida, no ser una respondona…
- No podemos continuar por estos derroteros. Has tergiversado todas las promesas del matrimonio, más aún, las has olvidado. Yo sólo pido un poco de respeto y comunicación. Nada más.
- Bah, me aburres. Prepárame algo para papear. Deja de mirar de una buena vez por la ventana y tráeme la birrita que te he pedido hace un buen rato y que ni te has dignado en moverte para servirme.
- Así te atragantes con la cena, la birra y la bilis que tienes contenida. Se acabó. Me largo.
- Pero has dicho que llovía.
- Sí, a mares, pero no me importa. Ya nada importa. Además, si llueve, ¡mejor!. Podré salir a la calle y llorar mientras camino, mis lágrimas se mezclarán con la lluvia, no llamaré la atención.
- No te agrada mojarte, lo odias porque el pelo se te pone…
- Como escarpias… Prefiero un chapuzón primaveral que no una bronca de otoño casero. ¡Ahí te quedas con tu tabaco, tu sillón, tu tele y tus pantuflas deshilachadas! Si deseas una birra, desde ahora, tendrás que mover tu fofo y seboso culo del asiento. Si te apetece comer, desayunar o cenar, no te quedará más remedio que preparártelo. En la estantería del salón hay algunos libros de cocina y, por último, si tienes que bajar a la compra ya sabes, búscate un empleo e hinca el codo yo ya no estaré aquí para aportar el granito de arena de mi sueldo de miseria. Ahora sí que vas a enterarte de por qué, según tú, gruñía cada vez que iba al mercado. También acabarás diciendo que "la vida está por las nubes". Pero yo no estaré para escucharlo…
- Do… ¿Dónde irás? Tú sola no vas a saber…
- ¿Cuidar de mí? ¡Claro que sabré! ¡Perfectamente! Después de veinticinco años tratando con un par de borregos como tú y nuestro hijo he aprendido mucho. Bien, como lo tuyo no es el diálogo, no sé a cuento de qué viene tanta preocupación. Te dejo. Me esperan…
- Pero… Pero… Pero… ¿Por qué…? ¿Desde cuándo lo tenías planeado? Esto no se prepara de un día para otro… ¿Te das cuenta de que me abandonas? ¡Me dejas solo! ¡Yo soy un hombre y no sé hacer las cosas de la casa! ¿De qué viviré? ¿Recuerdas que estoy en el paro?
- No, cariño, no es que estés en el paro, es que lo tuyo es un descanso perpetuo…
- Esta es también tu casa. ¿Dónde vivirás?
- ¡Tanta preocupación por tu parte me halaga! No temas, amor, la niña y yo lo tenemos todo bajo control. Sólo me resta decir: ¡que seas feliz sin nadie que te atosigue!
- No, Andrea, no te vayas. No me dejes. Prometo cambiar. Haré todo lo que esté en mi mano. Trataré de ser el mismo de antes…
- Es tarde, cariño, demasiado tarde.
- Andrea… Andreaaa… Andreaaaaaa…
La mujer baja corriendo las escaleras que separan su casa de la calle. Ante el portal aguarda un taxi que se pierde con rapidez bajo las cortinas de agua. Arriba, el marido, en pie, con un bote de cerveza vacío en una mano, el pitillo caído entre los labios, y con la otra mano sujetándose el pantalón del pijama llora como un niño, y, como un niño que teme la soledad, se le escapa la orina formando un gran charco en torno a sus pies desnudos.

3 comentarios:

Pepi dijo...

Ufffffff, cuantos diálogos de estos habrá a diario en miles de hogares de todo el mundo. Tremendo, pero muy cierto, por desgracia, todos conocemos casos de estos, bravo por Andrea, que aunque tarde, haya salido en busca de una vida mejor. Tus diálogos son brillantes, vamos a ver si se me pega algo, aunque sea una chispita, con eso me conformo. Un besote fuerte.

José Niño dijo...

Estimada Juana:
Has narrado, de manera admirable, la soledad que habita entre la gente y también su remedio.
Saludos

Jose Alejandro Arce dijo...

Hola: muy buena historia, muy real por cierto, muy buena construccion del cuento, felicitaciones.

Desde Bella Vista, Corrientes, Argentina...José Alejandro Arce

Presentación virtual de mi último libro: "Palabras de tinta y Alma"